INTRODUCCIÓN
Desde los años noventa, la apicultura constituye una actividad con gran relevancia socio-económica en zonas rurales, debido a la generación de empleos y consecuente incremento de los ingresos económicos en dichas zonas (Magaña-Magaña et al. 2017). Los beneficios principales derivados de esta actividad económica son la producción de miel, la renta de colmenas para la polinización de cultivos frutales (El-Nagar et al. 2019) y diversos subproductos obtenidos de la colmena, utilizados en la medicina alternativa (Sajid et al. 2020).
A la par del desarrollo de la apicultura, se han presentado diversos problemas que afectan directamente la economía del productor, entre los que se encuentran la africanización de las colonias, bajas precipitaciones pluviales con la consecuente escasez de flores y la presencia de plagas y enfermedades. Entre estas últimas tenemos el pequeño escarabajo de la colmena (PEC; Aethina tumida Murray), que ha afectado de manera drástica a los apicultores de México. Desde su llegada al estado de Coahuila en el 2007 (Saldaña-Loza et al. 2014), ha representado un desafío para los productores y para las instituciones gubernamentales y de investigación. El PEC, pertenece a la familia Nitidulidae y se alimenta principalmente de la miel, el polen y la cría (larva y pupa), por lo que vive y se reproduce dentro de las colonias de abejas (Hood 2004).
El estado de Tamaulipas ocupa el 18º lugar como región productora, en términos de cantidad de miel. Además, produce miel de azahar, que cuenta con una demanda sobresaliente en el mercado Europeo. Así mismo, la actividad se practica y desarrolla en diversos municipios de la entidad, que en su mayoría se encuentran distribuidos en las regiones centro y sur del estado (SIAP 2018). No obstante lo anterior, se desconoce el estatus sanitario de Tamaulipas en relación al PEC, por lo que se requiere sensibilizar a todos los actores involucrados en la actividad apícola. Con base en lo anterior, el objetivo de este trabajo especial fue presentar el impacto del pequeño escarabajo de la colmena sobre la producción de miel en Tamaulipas, así como las estrategias de prevención y control utilizadas.
DESARROLLO
El pequeño escarabajo de la colmena en el contexto internacional
El pequeño escarabajo de la colmena (Aethina tumida Murray), nombrado y descrito en 1867 (Murray 1867), es una plaga nativa del África subsahariana, la cual se ha convertido en una especie invasora con distribución mundial. Según Spiewok y Neumann (2006), causa afectación en abejas Apis mellifera, y en abejorros (Bombus impatiens); también en abejas sin aguijón nativas del África subsahariana y nidos de abejas solitarias (Gonthier et al. 2019).
El crecimiento exponencial del comercio apícola ha ocasionado una diseminación continua de A. tumida en diversos países, principalmente en Estados Unidos de América, siendo el estado de Florida el primer lugar donde se reportó esta plaga (Elzen et al. 1999). La misma generó un impacto económico negativo para esta industria, con un estimado de tres millones de dólares (Gillespie et al. 2003; Hood 2004; Neumann et al. 2016).
Este escarabajo fue reportado en Australia en el año 2002 (Somerville 2003). En los siguientes 10 años se diseminó a lo largo de la costa este del continente (Leemon et al. 2018), ocasionó pérdidas de colmenas y de la producción con un valor estimado de ocho millones de dólares (Hayes et al. 2015). Desde entonces la trashumancia y el transporte de equipos y alimento para abejas, tienen un papel clave en la propagación de dicha plaga (Neumann et al. 2018).
De igual forma, el pequeño escarabajo de la colmena también fue detectado en el año 2002, en países como Egipto (Hassan y Neumann 2008) y Canadá (Clay 2006), en el 2004 fue reportado en Portugal (Ritter 2004), en Sudán en el año 2007 (Hassan y Neumann 2008) y Hawaii en el año 2010 (Martin 2013).
Desde que emergió como una especie invasiva, Aethina tumida ha alcanzado todos los continentes, excepto la Antártida (Neumann et al. 2016). Es una plaga de reporte obligatorio en Europa y Reino Unido, siendo este último, el único país donde no se ha detectado su presencia hasta la fecha (Cuthbertson et al. 2010; Neumann et al. 2016).
Pequeño escarabajo de la colmena en México, riesgo para la producción apícola
La presencia del PEC se detectó por primera vez en el Estado de Coahuila durante el año 2007; en ese momento se implementaron medidas de control y se le asignó el estatus de plaga exótica (Valdovino-Flores et al. 2016). Esta coyuntura sanitaria representó un riesgo considerable para la producción apícola del país, la cual constituye una actividad económica importante. Lo anterior es corroborado por los datos aportados por SIAP (2018), quienes reportan que México durante los últimos diez años, ha ocupado los diez primeros lugares a nivel mundial en lo que respecta a producción de miel, con un volumen estimado de 59 mil toneladas. Los estados de Yucatán, Quintana Roo y Campeche destacan en esta actividad productiva como los principales proveedores, con 40 % de la producción nacional. La misma se exporta a Europa, principalmente a los países de Alemania, España, Suiza, Italia, Francia y Bélgica (Bayona et al. 2018).
Luego de su primera detección en el año 2007, PEC fue reportado en el estado Nuevo León en el 2008, Guanajuato y San Luis Potosí en 2010, Jalisco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán en 2012, Tamaulipas en 2013 y Michoacán en 2014 (Saldaña-Loza et al. 2014).
El riesgo para la producción apícola mexicana puede ser aún mayor, ya que otras regiones se consideran favorables para el desarrollo del pequeño escarabajo de la colmena, debido a las condiciones climáticas de las mismas. Entre estas se encuentran estados como Veracruz, Tabasco y Quintana Roo, además, parte de las sierras del norte de Puebla e Hidalgo, la zona Lacandona de Chiapas, el suroeste de Campeche, el norte y algunos municipios del sur de Oaxaca, la Huasteca de San Luis Potosí, el sur de Tamaulipas, algunos municipios de la Sierra Madre del Sur en Jalisco, así como las laderas bajas de la Sierra Madre Occidental de Sinaloa (Bayona et al. 2018).
En condiciones ambientales favorables, con temperaturas alrededor de los 30 ºC y niveles de humedad relativa superiores a 65 %, el PEC produce daños significativos a la apicultura. En las condiciones mencionadas, esta plaga puede producir hasta seis generaciones por año (Cornelissen et al. 2019). Según De Guzmán y Frake (2007), con una temperatura del suelo constante de 34 °C, se pueden lograr casi 16 ciclos de vida completos en un año.
En Tamaulipas existe una alerta generalizada entre los productores de la región desde el año 2013, debido al reporte de la presencia del PEC en el municipio de Padilla (Saldaña-Loza et al. 2014; Valdovino-Flores et al. 2016).
Principales daños del pequeño escarabajo de la colmena
Durante su fase adulta, PEC suele alimentarse de miel y polen, sin causar daño significativo a la colonia. No obstante, durante el desarrollo del estadio larvario, esta plaga ocasiona la destrucción de los panales y consecuente mortalidad de la cría, debido a la búsqueda de alimento suficiente que le permita un rápido progreso (Neumann y Elzen 2004; Neumann et al. 2016).
Se ha reportado que las colonias con altos niveles de infestación muestran fermentación de la miel debido a la contaminación de la misma con heces de las larvas del PEC, ocurrida mientras atraviesan los panales. Esto también puede ocurrir en las alzas almacenadas previo a la extracción de la miel, en un periodo superior a los 3 o 4 días (Spiewok et al. 2007; Hood 2011). Cuando este problema se conjuga con la presencia de otros patógenos, los daños suelen ser más graves. Una vez que la colonia es severamente afectada, puede colapsar (Yue y Genersch 2005).
En los Estados Unidos de América, esta plaga generó pérdidas estimadas de US $ 3 millones, debido al colapso de colmenas y daños a la miel almacenada (Hood 2004). De igual manera, PEC se diseminó y estableció en las islas de Hawái (Martin 2013), donde ocasionó efectos devastadores en la industria local. En esta región se reportó perdida el 55 % de las colmenas de Oahu, Molokai y Kauai, atribuyéndose el 80 % de estas pérdidas a una combinación de Varroa destructor y PEC (Connor 2011).
Manejo y principales métodos de control
Para el control de PEC, se requiere de un manejo integrado de plagas, con base en métodos de diagnóstico correctos. Esto para aplicar las medidas de control que aseguren la máxima eficacia con el menor impacto ambiental (Ellis y Munn 2005; Hood 2011). La mayoría de las trampas para el PEC simulan un refugio, una vez que entran, los insectos se impregnan y/o consumen el atrayente compuesto por una mezcla de insecticidas, aceites y tierra de diatomeas, entre otros (Neumann et al. 2016).
En Australia, se han utilizado toallas higiénicas para la cocina, las cuales son colocadas en la parte superior de los marcos de la colmena, donde los escarabajos quedan atrapados en el tejido fibroso que las compone (Zacchetti 2015). También se ha reportado el uso de tiras CheckMite+™, un producto utilizado para el control del ácaro V. destructor; posee una amplia toxicidad contra el PEC, eliminando tanto a las larvas como a los adultos. Estas tiras son de cartón corrugado o láminas de plástico y son colocadas en el piso de la colmena (Ellis y Delaplane 2007), reportándose tasas de mortalidad hasta 95 % (Neumann y Hoffmann 2008).
El manejo integrado de esta plaga mediante la combinación de métodos de control mecánicos y químicos como el uso de trampas Beetle Barn™ con CheckMite+™ reportan una alta eficacia contra el PEC (Bernier et al. 2015).
La primera opción en el manejo integral de plagas es la aplicación de agentes químicos debido a la facilidad de uso y niveles de efectividad. Sin embargo, uno de los efectos no deseados de los agentes químicos en el control del PEC, es el desarrollo de resistencia, debido a la alta movilidad y fecundidad de este escarabajo (De Guzmán et al. 2011). Además, la permanencia de estos agentes químicos en cera y miel, exceden los límites máximos permisibles de residualidad, lo que tiene un impacto negativo en la salud pública (Mullin et al. 2010).
Se ha reportado el 100 % de mortalidad en adultos de PEC mediante el uso de métodos alternativos de control, como las trampas con hidróxido de calcio y tierra de diatomeas (Fossil Shield® FS 90.0s), con un registro de mortalidad de más del 50 % en las primeras 48 horas (Buchholz et al. 2009). De igual manera, se han utilizado trampas de tipo West Trap™ y Freeman Beetle Trap™, llenas con aceite vegetal y un atrayente constituido por una mezcla de polen y miel (Bernier et al. 2015). En esta trampas el PEC ingresa y muere por ahogamiento (Benda et al. 2008).
CONSIDERACIONES FINALES
La llegada del pequeño escarabajo de la colmena (Aethina tumida Murray) a México y específicamente a Tamaulipas, demuestra el alto potencial de dispersión antropogénica de esta plaga. Se requiere el trabajo conjunto de los niveles federal, estatal y local del gobierno, así como instituciones de educación superior e investigación. De igual manera, se necesita un plan de contingencia y alerta para los productores, con el fin de crear responsabilidad en el manejo y trashumancia de las colmenas.
Por otra parte, se debe promover la investigación y el desarrollo de productos orgánicos y biológicos adaptados a cada zona agroecológica, que permita el control de poblaciones de escarabajos, con una eficacia continua.
En la actualidad no existen productos para el PEC que promuevan el 100 % de eficacia y seguridad. La ausencia de productos seguros y eficaces promueve el uso desmedido de agentes químicos por parte de algunos productores. Esto repercute de manera drástica en la fisiología de la abeja y ocasiona residualidad en la miel y la cera, sin afectar al PEC muchas veces. Lo anterior permite inferir que A. tumida constituye un riesgo para la sostenibilidad del sector apícola en Tamaulipas y consecuentemente para la agricultura y el medio ambiente, debido a la afectación de la polinización.
Finalmente se debe resaltar la importancia de conocer los niveles de infestación presentes en las unidades de producción apícolas en los municipios del estado de Tamaulipas. Asimismo, se requiere el monitoreo de la movilidad de las colmenas, comercialización de reinas y de núcleos, con la finalidad de prevenir la dispersión continua de esta plaga.